Me gusta mucho, mucho. Ayer iba por la calle pensando en cómo la ciudad, para la naturaleza, no es más que un accidente, algo que nos empeñamos en mantener libre de esos ataques continuos de otras vidas que no son la nuestra. Si dejásemos de hacerlo en un plazo mucho más breve de lo que pensamos todo este asfalto, cemento, ladrillo, todo, se desintegraría porque ya nació enfermo, enfermo de soberbia y sin vocación de perdurar. Sólida y efímera al mismo tiempo, la ciudad, sus edificios, son sólo un refugio temporal para seres temporales.
Me gusta mucho, mucho. Ayer iba por la calle pensando en cómo la ciudad, para la naturaleza, no es más que un accidente, algo que nos empeñamos en mantener libre de esos ataques continuos de otras vidas que no son la nuestra. Si dejásemos de hacerlo en un plazo mucho más breve de lo que pensamos todo este asfalto, cemento, ladrillo, todo, se desintegraría porque ya nació enfermo, enfermo de soberbia y sin vocación de perdurar. Sólida y efímera al mismo tiempo, la ciudad, sus edificios, son sólo un refugio temporal para seres temporales.
ResponderEliminarBesos.
Más besos para ti, Maitetxo.
ResponderEliminarEs impresionante esta alegoría, Ilkhi.
ResponderEliminarUn poema completo tu fotografía.
(y qué buen ojo)
Besos
Gracias, Sofía. Me alegra que te guste.
ResponderEliminarAbrazos.