lunes, 17 de abril de 2017

Ritornello

1967, mina San Luis, Bilbao, desde que vi la luz por primera vez, mi corazón infantil llevaba latiendo ocho años, seis meses y dos días. Me dirigía hacia aquel manantial que estaba al pie de lo que pequeños y mayores llamábamos la Montaña Blanca. Al llegar a la carretera de la mina me detenía ante la rodada que dejaban aquellos camiones gigantescos de volquete, era un placer hundir las zapatillas en aquellos "cojines" (de arcilla polvorienta cuando estaban secos, y de pegajoso lodo cuando la lluvia les daba vida) que dejaban los dibujos de las ruedas de los camiones, aunque la regañina de mi madre estaba asegurada cuando volvía a casa con las zapatillas de color marrón y una sonrisa en mi cara, la felicidad persistía y el temor a su reprimenda quedaba en segundo plano.

Por el camino, esto formaba parte del ritual, me paraba en una zona que había sido dinamitada, allí entre la roca caliza fragmentada por el explosivo había vetas de cuarzo, siempre acababa algún trozo de cuarzo en el fondo del bolsillo de mi pantalón, tesoros de infancia. Al llegar al manantial colocaba las palmas de mis manos a ambos lados del pequeño pozo de agua, flexionaba los brazos y dejaba caer mi cuerpo sobre el suelo sin llegar a tocarlo, entonces besaba el pocillo del manantial y sorbía con mi boca el agua cristalina que veía brotar a través de la arenilla del fondo, aquello era un primer plano de la felicidad.

Hay lugares a los que se puede volver, pues aunque el tiempo haya hecho mella en ellos, siguen estando donde los conocimos por primera vez, pero este lugar, que mi memoria involuntaria me ha llevado a relatar, es inaccesible, ya que está bajo toneladas de hormigón.

Muy acertadamente el conspicuo Samuel Beckett escribió en 1931:
There is no escape from yesterday because yesterday has deformed us, or been deformed by us. We are not merely more weary because of yesterday, we are other, no longer what we were before the calamity of yesterday. [...] The aspirations of yesterday were valid for yesterday's ego, not for today's.

sábado, 15 de abril de 2017

La caligrafía de los árboles

El bosque en la 硯 suzuri (en japonés, piedra para moler tinta)
© Ilkhi, 2017

viernes, 14 de abril de 2017

El paisaje se ha dislocado

Código quebrado
© Ilkhi, 2017

miércoles, 12 de abril de 2017

τέχνη, ars y sus significados no han existido siempre

De igual modo que sería una contradicción si se dijera "biología azoica" (estudio de la vida carente de vida) hablar de "arte paleolítico" es una contradictio in adiecto, pues es una falacia suponer que ya existía en tiempos prehistóricos lo que se ha llamado/significado "techne" o "ars" a lo largo de los tiempos históricos. El pensamiento abstracto de tiempos tan pretéritos no está a nuestro alcance. Por lo tanto, llamar "arte" a los dibujos, grabados, pinturas y esculturas prehistóricas es tal dislate como sería llamar "telefonía móvil" a la comunicación a gritos entre los cazadores del Paleolítico.

lunes, 10 de abril de 2017

Un lugar con catorce fuegos

Arquitectura dendrítica
© Ilkhi, 2017

domingo, 9 de abril de 2017

La escritura que está por hacer

Un cran para una tipografía futura
© Ilkhi, 2017

domingo, 2 de abril de 2017

Cuando los miedos no nos dejan ver el bosque

He recuperado este poema que fue escrito por Joseba Sarrionandia en 1980, entonces se fraguaba en occidente el neoliberalismo de Reagan y Thatcher, y sólo era el preludio de lo que ahora son Trump y el nacional-aislacionismo europeo puesto en práctica por Le Pen en Francia, Nuttal en el Reino Unido, Wilder en Holanda, Petry en Alemania y Hofer en Austria.

El poema BITAKORA KAIERA (Cuaderno de bitácora) abría el poemario de Sarrionandia titulado Izuen gordelekuetan barrena (A través de los refugios del miedo), este poemario está dividido en siete partes: El País Natal, París, Grecia, Lisboa, Irlanda, Praga y El Destierro.

BITAKORA KAIERA

Ingurubilean barrena abiatu da bidaztia
           noiz eta non sartu den oroitzen ez duen arren.
Bidea ingurubila bat dela suposatzen du, gauza berrietan
           iragandakoen isladak somatzen dituelakotz.
Baina iraganaren isladak ez dira atseginak, izugarriak dira
           zentrorantz amiltzen dela erakusten deraukotelakotz.
           Baina ba dea zentrorik?
           Ala zabalalderantz amiltzen ote da?
Orduan pentsatzen du gordelekua behar duela eta zokoetan
           gordetzen du aldizka bere burua, Baina izuak ere
           bergordelekuetan ezkutatzen dira.
Orduan pentsatzen du noraezean galduko dela eta hari bat
           behar duela labyrinthoan. Baina zer lokarritan
           eutsi haria?
Orduan pentsatzen du oroitzapena bederen sostengatu behar duela
           eta bitakora kaier bat eskribatzen du, ilunabarrero.
Hauxe da noraezean bitakora kaiera, bidaztiak
           haizerik gabeko itsasoan galerako ekaitza geroago eta
           gertuago somatzen duen lemazainaren antzera idazten du.
Etsipenez eskribatzen du:
           ez prophetaren antzera, eroaren antzera baizik;
           ez Jainkoentzat, marionetentzat baizik;
           marionetak marionetentzat bezala eskribatzen du.
Eta bidaztiak badaki batzutan, baina bertzetan ez daki deusere:
           nor den, bere burua nortzu diren ere.
Batzutan pentsatzen du Europan barrena dabilela
           eulia emakume bilutsiaren gorputzean bezala.
Bertzetan bitakora kaierako orrialde hutsei begira geratzen da,
           deus ere pentsatu gabe, edo ingurubilak marrazten.



CUADERNO DE BITÁCORA

El viajero se ha puesto en camino a través de la espiral
              aunque no recuerda cuándo ni por dónde ha entrado.
Supone que el camino es una espiral,
              ya que percibe reflejos del pasado en las cosas nuevas.
Pero los reflejos del pasado no son agradables, son terribles,
              pues le muestran que se precipita hacia el centro.
             ¿Pero hay algún centro acaso?
             ¿O tal vez se precipita hacia la extensión?
Entonces piensa que necesita el refugio
             y algunas veces se oculta en los rincones. Pero los miedos
             se esconden en esos mismos refugios.
Entonces piensa que, no habiendo adónde ir, se perderá
             y que necesita un hilo en el laberinto.
             ¿pero en qué atadura puede sujetar el hilo?
Entonces piensa que, aunque sólo sea el recuerdo, debe sostenerlo,
             y, cada atardecer, escribe un cuaderno de bitácora.
Este es un cuaderno de bitácora sin rumbo, el viajero
             escribe a la manera del timonel que, en una mar sin viento,
             percibe cada vez más cerca la tormenta de la perdición.
Escribe con desesperación:
             no a la manera del profeta, sino como el loco;
             no para los Dioses, sino para las marionetas;
             la marioneta escribe como para las marionetas.
Y el viajero algunas veces sabe, pero otras veces no sabe nada:
             ni quién es ni tampoco quiénes son el mismo.
A veces piensa que anda a través de Europa
             como la mosca en el cuerpo de la mujer desnuda.
Otras veces se queda mirando las páginas en blanco
             del cuaderno de bitácora,
             sin pensar en nada, o dibujando espirales.

Traducción: Ilkhi Carranza