martes, 24 de marzo de 2020

Ernesto Castro ante el rechazo a la camiseta del Athletic

¿Patrocinado por el desodorante AXE bodyspray Marine?

Así reaccionó Ernesto Castro cuando se enteró de que la nueva directiva del Athletic Bilbao, presidida por Fernando Lamikiz, había rechazado la camiseta que había sido creada por Darío Urzay. Esta nueva vestimenta fue denominada "equipación XX" y presentada al Athletic club en 2004. La presentación pública se hizo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. La polémica suscitada entre los socios del Athletic fue tan grande que el 17 de junio de 2004 se convocó una "manifestación anticamiseta" a las puertas de Ibaigane, la sede del club. Para esta manifestación se propuso hacer una "simulación"; vestir a las viejas glorias del Athletic: Iriondo, Zarra, Panizo, etc., con la nueva camiseta del Athletic. Como si al general Spínola en La rendición de Breda, cuadro pintado por Velázquez, le hiciéramos una simulación con un uniforme de camuflaje, evidentemente, el resultado sería anacrónico, pero no sería bello ni feo, en todo caso sería nuevo, como sería si lo vistiéramos con los diversos uniformes de general utilizados durante los cuatro últimos siglos. Llego a la conclusión de que el problema de estos socios "anticamiseta" era y es su tradición recalcitrante. Los "cuñados" de turno calificaron esta camiseta de (horterada, mancha de kétchup, compresa, etc). Como pueden ver son opiniones de grandes connoisseurs de las bellas artes. Incluso en la página web de la UEFA se la llegó a denominar Ketchup shirt, lo cual me parece una falta de respeto al artista.

El Athletic utilizó esta camiseta una sola vez, fue en Holanda ante el Groningen, el 5 de agosto de 2004. Ernesto Castro, que yo sepa, también se la ha puesto una sola vez, el 20 de septiembre de 2016 en la cuarta clase teórica de Historia de las ideas estéticas y del pensamiento I.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Las pequeñas soledades que Barthes développa

Fotografía de Jerónimo Bonaparte, 1852, a la cual se refiere Roland Barthes en las primeras líneas de su ensayo La chambre claire.

Así empieza La chambre claire, Gallimard, 1980, que Roland Barthes escribió entre el 15 de abril y el 3 de junio de 1979.
Un jour, il y a bien longtemps, je tombai sur une photographie du dernier frère de Napoléon, Jérôme (1852). Je me dis alors, avec un étonnement que je n'ai jamais pu réduire: "Je vois les yeux qui ont vi l'Empereur." Je parlais parfois de cet étonnement mais comme personne ne semblait le partager, ni même le comprende (la vie est ainsi faite à coups de petites solitudes), je l'oubliai.
Esta reflexión de Barthes sólo pudo ser hecha después de 1839, ya que los registros anteriores a esa fecha son dibujos, grabados, óleos y esculturas: todas ellas reproducciones que desarrollan un "estilo" de reproducción, algo de lo que carece la fotografía debido a su considerable carga denotativa: el referente se obstina en estar en la fotografía.

En esta frase: "Veo los ojos que han visto al Emperador", Barthes fusionó magistralmente un mensaje denotativo, cuando dijo: "Veo" (con sus propios ojos) "los ojos" (los de Jerónimo fotografiados / objetivados); y un mensaje connotativo, al decir: "que han visto al Emperador" (personaje histórico que no pudo ser fotografiado / objetivado). Todo lo que nos queda del emperador Napoleón son "descripciones retóricas" en diversos campos: plástico, literario e ideológico. Estas "descripciones" no sólo fueron y son inexactas, sino que significaron y significan algo distinto de aquello que trataron de mostrar. Sin embargo, Barthes confesó su impotencia al no poder reducir el asombro que le produjo este pensamiento.

Más adelante, Barthes se refiere a esas "pequeñas soledades" que habitan en nuestras vidas y que él développa* (desarrolló/reveló) con gran perspicacia. Por último, este párrafo lo acaba con un "lo olvidé", se trata de ese olvido cargado de memoria que recorre de principio a fin La chambre claire.

* En francés el verbo "développer" significa tanto "desarrollar un argumento" como "revelar una fotografía".


miércoles, 11 de marzo de 2020

Cronología a contratiempo

4 de noviembre de 1999
¿Por qué empecé a fechar mis obras con el año 2767 el día 2 de noviembre de 1999? Este tiempo subjetivo procede de la inscripción que vi anteayer en un manantial de la aldea Uriondo (Vizcaya). Sobre el caño de hierro de ese manantial hay una piedra caliza cuya parte inferior fue tallada en forma de prisma cuadrangular, y la parte superior fue cincelada en forma esférica. En la cara del prisma que está sobre el caño se puede leer el año: 1767. Lo grabé con un temnotipo. Para mí aquel año fue el principio de un tiempo, decidí que mil años después de que aquel cantero lo tallara sobre la piedra sería el año que "equivaldría" a este año 1999: una nota temporal a contratiempo que está entre el siglo XVIII y el XXVIII. Este tiempo es tan arbitrario como cualquiera de los calendarios que rigen las diversas culturas. El tiempo en el que estoy ahora, si tomara como referencia el calendario gregoriano, sería  el tiempo de un futuro lejano, pero no un "futuro sucedido".