No me digáis que no hay más poesía en esta escala de iluminación de mi primera cámara que en muchos poemas que leemos/sufrimos hoy en día.
Divide el año en tres épocas: la más oscura de noviembre a febrero; un poco más clara en marzo, abril, septiembre y octubre; y la más clara en mayo, junio, julio y agosto. A su vez, estas épocas, están divididas en días de sol, cubiertos y completamente nublados. Como la vida misma.
También nos consulta: si estamos en un bosque, en una habitación clara, bajo unos árboles, en calles oscuras, si es un grupo al aire libre, si las calles están iluminadas, si hay grandes edificios, si son paisajes y los queremos con el primer plano iluminado, si fotografiamos agua, nubes, nieve...
¡Cuánta connotación en una escala, supuestamente, tan racional!
¿Acaso esta escala de iluminación no está más cerca de la vida que un exposímetro digital, al que le es indiferente lo que tiene delante, aunque su exactitud sea suprema?
Esto no es nostalgia. Se tiene nostalgia de lo que se ha ido y no puede regresar. La luz está con nosotros durante toda la vida, otra cosa es cómo la sentimos/percibimos.
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