Hoy me he encontrado con un colombiano en el metro de Madrid, y me ha contado su vida entre dos estaciones. Al fin y al cabo, era su segmento de eternidad. Cuando le he dicho que soy de Bilbao, le han brillado sus pupilas como si hubiera tocado algo en lo profundo de su alma. Él había nacido en Bilbao, a los dos años lo habían llevado a Colombia; con dieciocho había ido a Miami, unos meses más tarde a Nueva York, luego sería Boston y, ahora, a sus veintiún años, estaba aquí en Madrid (en la estación de metro Alonso Martínez) hablando conmigo. Todo un periplo vital sintetizado en un trayecto de metro.
Cuando le he preguntado, si iba a pasar por Bilbao, me ha respondido con un NO lacónico. Siempre he sentido gran admiración por los monosílabos, pues creo que pueden contener tanta información como la que encontramos en todos los volúmenes de la Historia de Herodoto. Los silencios también están repletos de información.
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