En este calotipo, donde se posó la luz sobre los haluros de plata, el revelador lo tornó negativo, y el fijador lo detuvo "para siempre", está el placer que yo sentía al recorrer la Ribeira del Bensafrim; aquellas aguas, con su azul talasorretinto*(color que era desconocido para mis tritaconos), bañaban mis fóveas, pintaban veladuras acuosas y llevaban toda la mar indeleble a mi memoria.
Yo miraba a barlovento como se rizaban las olas del Atlántico, mientras el sol extraía diamantes que la espuma naútica lustraba incansablemente. No sólo el sol, todo el firmamento, en cónclave, estaba en aquellas aguas donde la cianopsia reinaba sobre mi mirada buida.
* Neologismo que he creado por medio de la fusión de la palabra griega: thalassa 'mar' y la palabra portuguesa: retinto 'muy oscuro'.
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