viernes, 24 de mayo de 2013

La monumentalidad en unas pocas y minúsculas letras

La cocina económica de los Malvar
Foto: © Ilkhi, 2013

En noviembre de 2003, Sergio Raimondi, el que fue director del Museo del Puerto de Ingeniero White (Argentina) me regaló una serie de libros editados por el Museo, entre los cuales estaba esta joyita (16cm. x 10cm. 18 páginas) COCINA A LEÑA y darle al hacha.

Según Sergio Raimondi, el Museo del Puerto trata de mostrar las contradicciones de la Historia y, por otro lado, los saberes no reconocidos. Se trata de vivir el museo como una experiencia de vida. Lo que importa es la intensidad del trabajo y los lazos con la comunidad. Registrar el trabajo con minúsculas.

En el museo hay una cocina de leña fabricada en 1931 por el herrero del Ferrocarril Sud, José María Malvar (nacido en Jeréz de la Frontera, Cádiz, en 1896) como un regalo para su esposa, Rosa Palmira Gattafoni.

En este librito, Josefa Araceli (la hija mayor de José María Malvar) relata cómo su padre fabricó esa cocina de leña.
"Mi papá la cocina la hacía los domingos, en esa época tenía franco los domingos. Así que no sé cuánto tardó. Yo sé que a las diez de la mañana tenía que cebarle mate a mi papá, ayudarle a agarrar una cosita, otra, para ayudarle ¿vio?                                                  Después nos sentábamos en la vereda... esas noches largas, esas noches de verano... ¡Hermoso!"
Cada vez que leo este pasaje me identifico con lo que Marcel Proust dijo del recuerdo de la magdalena en Combray y de la irregularidad de las baldosas en el baptisterio de San Marcos (Venecia).
"¿Pero por qué las imágenes de Combray y de Venecia me habían proporcionado, cada una en su momento, una alegría parecida a una certeza y suficiente, sin otras pruebas, para hacer que la muerte me pareciese indiferente?"
 Sí, Josefa, vi, y qué inmensa monumentalidad vi en esos minúsculos momentos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario