Se ha pasado de ver a Dios reflejado en la Naturaleza a ver la naturaleza como una creación en código binario. Se ha pasado de la sinestesia de los poetas y artistas a la tecnoestesia del presente, donde todas las cosas son susceptibles de verse, oírse, tocarse, olerse y degustarse de modo reversible e infinito.
Nos ahogamos en este orgasmo estético donde las cosas ya no son lo que "son", sino lo que queremos que sean. Muchas veces no somos capaces de imaginar analógicamente como en el pasado, por el contrario, REhacemos anafóricamente el presente, como si el código binario fuera un simulador demiúrgico que reemplazara al Creador que ya no está.
Muchos se congratulan porque son capaces de degustar el sonido y oír el sabor, de ver el tacto y tocar la visión, de degustar la visión y ver el sabor, de oler el sonido y oír el olor, de ver el sonido y oler la visión, de tocar el olor y oler el tacto, de degustar el olor y oler el sabor...
Pero la gran mayoría son incapaces de estar deseando ver lo que no ven.
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