Esta pintura al óleo sobre piedra, con forma de mujer, nacida en un acantilado de la costa cantábrica, a la que titulé: La piedra dando vida a la mujer, se me rompió en Florencia y sus trozos los lancé al río Arno. Allí encontrará la eternidad. El poder evocador de esta fotografía es mayor que si existiera la pieza original. Esa belleza intangible que hay entre la naturaleza y la mujer. Estar en ella es crear.
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