domingo, 10 de junio de 2018

Qué osada es la ignorancia y qué fácil el divulgarla

30 de mayo de 2002
Lo peor es cuando la ignorancia la fomentan personajes ilustres como Unamuno y Borges. Unamuno lo hizo en su ensayo titulado "Del elemento alienígena en el idioma vasco" 1885: "Es un hecho curioso la pobreza del vascuence para expresar con vocablos propios las ideas generales. Hay nombres para distintas especies de árboles y el nombre de "árbol" se designa con el vocablo arbola, arbolia de origen latino." Si Unamuno hubiera leído a escritores euskaldunes del siglo XVI como Etxepare y Axular, habría descubierto que ninguno de ellos utilizó el vocablo arbola en sus escritos cuando se referían a un árbol, en su lugar utilizaron las palabras zuhamu y zuhaitz. Por otro lado, cuando Jorge Luis Borges dijo: "Qué raro ese idioma tan antiguo y con tan pocas palabras. Para decir árbol dicen arbola." demostró su ignorancia respecto al euskera, algo que en su larga vida nunca subsanó.

Hay que tener en cuenta el ambiente diglósico en el que se ha desenvuelto el euskera en los cinco últimos siglos, ya que hasta 1983 el euskera no fue considerada una lengua oficial en la enseñanza. La definición de esta situación sociolingüística (la diglosia) la hizo Charles Albert Ferguson: una de las dos lenguas (en este caso el castellano) ostenta un uso culto y oficial, y la otra lengua (el euskera) se emplea en el ámbito familiar.

Por supuesto que la palabra "árbol" no existe en euskera ni en ningún otro idioma que no sea el español. Tampoco existen palabras como "espacio" y "tiempo", de ahí que en euskera se diga "espazio" (del latín spatium, espacio) para referirse a un espacio matemático e interestelar, y "denbora" (del latín tempora, tiempo) para referirse a una definición filosófica que es ajena al euskera, sin embargo, antes de utilizar estos préstamos ya había palabras en euskera como GUNE y ALDI con el significado de espacio y tiempo respectivamente. Lo que existe en cada lengua son palabras que no son semánticamente análogas a las del resto de idiomas. Por ejemplo, conceptos como GUNE, ARTE y ALDI están repletos de connotaciones espacio-temporales, pero no son similares a los de otras lenguas, a pesar de que resulte práctico el traducirlas a lo más cercano a su significado, pues pertenecen a otra cosmovisión. Cuando los euskaldunes empezaron a utilizar palabras extranjeras (ARBOLA por ejemplo) ya sabían que su significado era diferente al de la palabra que ellos tenían para denominar un árbol (zuhaitz) pero el poder de la aculturación fue imparable. No se trata de regresar al origen (algo imposible en cualquier caso) sino de intentar comprender la evolución y circunstancias que ha vivido el euskera, y cómo los préstamos lingüísticos e hibridez de significados procedentes de otros idiomas lo han ido modelando.

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