domingo, 11 de septiembre de 2016

Libro oxidado (ha vivido) lleno de imaginación en un túnel


Bajo el óxido está la imaginación
Prólogo de EJERCICIOS ESPIRITUALES EN UN TÚNEL, 1965
© Ilkhi, 2016


Jorge Oteiza, en 1965, después de haber escrito el Ejercicio Espiritual 3 de su libro EJERCICIOS ESPIRITUALES EN UN TÚNEL, empezó su prólogo con un "ME VOY". En 1966 la censura española prohibió la publicación de este libro. Desde entonces y hasta 1983 la tirada de 1500 ejemplares permaneció en Hendaya (donde había sido impreso el libro) sin encuadernar. En el libro que tengo se puede ver que las hojas impresas en 1965-1966 están más amarillas que las del Apéndice 4 añadido por Oteiza en 1983; es debido a que la lignina, uno de los componentes de la madera de donde se extrae la celulosa del papel, se ha oxidado en las más antiguas.

En 1983 se publicó este libro por primera vez, Oteiza añadió un Apéndice 4 como conclusión 17 años después. En la Aclaración en octubre de 1983 a este libro abandonado en 1966, previa al prólogo de este libro, Oteiza aclara/oscurece en el túnel de este modo:
"[...] en nuestro Frente resistente cultural de lucha gozosa esperanzada en aquellos días difíciles en oscuro túnel para todos y nuestro concreto, para nosotros Laberinto cultural vasco [...] no escribía de lo que creía saber, era escribir para enterarnos, para vivir, producir información, traducir confianza, acción, comportamientos".
Unas líneas más abajo, cita a Vicente Huidobro de su Altazor, 1931. Aquí Oteiza se refiere a cómo comenzó el prólogo "ME VOY" hacía 17 años, pues aunque dijo adiós ahí estaba de nuevo:

"Hombre, he ahí tu paracaídas... que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso. Digo siempre adiós, y me quedo".

Oteiza piensa como Huidobro que la caída se puede revertir con un "parasubidas" de poesía. En una conferencia que dio Huidobro en el Ateneo de Madrid en 1921 dijo: "En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente que está debajo de la palabra que las designa. Esa es la palabra que debe descubrir el poeta." Oteiza en aquel entonces indagaba en la sonemática del euskera, lo que Huidobro había llamado la "palabra latente que está debajo de la palabra".

32 años después de leerlo por primera vez, estoy releyendo este libro de Oteiza, y lo que encuentro en sus "oscuras galerías" son auténticos diamantes de pensamiento como éste:
"Hay fantasía en los prejuicios bíblicos de Astarloa, no en la objetividad de su intuicionismo científico. Más culpable fantasía hay en el realismo científico de Humboldt por limitación de su imaginación filológica y que ha dividido la imaginación vasca de nuestros lingüistas en realistas y fantásticos, y así nos quedamos siempre con la mitad de nuestra realidad. Nos dividimos entre soñadores y realistas. Llamamos sueño a lo que nos afecta artísticamente, a nuestra realidad profunda y que nos permite saltar la frontera bíblica de las leyendas ajenas que, a este lado de nuestra tradición intelectual inmovilizada por ciencias gramaticales, llamamos realidad". 
Recomiendo la lectura de las páginas superficialmente oxidadas de este libro, pues bajo el óxido está la imaginación en estado puro. Los grandes pensadores no han dejado de quitar el óxido acumulado durante milenios. Es verdad que ya no hay censura en España, pero, medio siglo después de haber sido escrito, este libro sigue oculto en el túnel del olvido.

Un soñador realista.

  

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