Cuando he leído en el suplemento Babelia el artículo de Enrique Vila-Matas, titulado Libros en pintura, me he quedado estupefacto al ver el poco rigor histórico en los datos que aporta sobre la biografía de Robert Seymour.
"Es el caso célebre del periódico londinense Evening Chronicle, que en 1836 le encargó al joven Dickens de 24 años que escribiese una serie de textos de caracter costumbrista para las ilustraciones del famoso dibujante Robert Seymour, gran estrella del momento. O sea que Seymour hacía las ilustraciones y a éstas las acompañaba posteriormente un texto adicional. La trama de las historias, por tanto, se subordinaba al dibujo"
Para empezar, Seymour era un artista conocido, pero sin ningún éxito reciente, por lo tanto, lo de "famoso dibujante" y "gran estrella" sobran.
Por otro lado, cuando en 1836 los editores Chapman & Hall le propusieron a Dickens escribir unos relatos acompañados de ilustraciones realizadas por Robert Seymour, Dickens arguyó que los relatos serían el foco principal, y las ilustraciones deberían ser el complemento del texto. Además, Dickens se reunía previamente con el ilustrador para planear las entregas mensuales, de tal modo que las ilustraciones empezasen a realizarse antes de ser escritas, pero siempre con sugerencias y cambios que proponía Dickens a Seymour. ¿Quién se subordinaba a quién?
Más adelante Vila-Matas afirma:
"Pero sucedió que el texto no tardó en imponerse a su ilustración, es decir, que el escritor desconocido se impuso al afamado dibujante.[...]Tras la quinta entrega, Seymour se suicidó. Nunca se había ilustrado de esa forma tan trágica la derrota de un ilustrador."
Muy efectista esta frase "Nunca se había ilustrado de esa forma tan trágica la derrota de un ilustrador", pero adolece de falta de rigor histórico, ya que Seymour en 1830 (seis años antes de trabajar con Dickens) había sufrido una fuerte depresión debido a una enfermedad psíquica que le llevaría más tarde al suicidio. Si alguien derrotó a Seymour, fue él mismo.
Espero que en el futuro Vila-Matas sea más riguroso cuando tenga que aportar datos históricos.
Hola, Ilkhi
ResponderEliminarEste es el mal, no de nuestros días en exclusiva, pero dado que que tenemos medios tan potentes de "información/comunicación" creo que en esta época su efecto casi desolador se multiplica por mil: el literato metido a científico o a periodista/cronista. Hacen uso de la habilidad con el lenguaje escrito para recrear y transmitir, lo cual está muy bien cuando de obras "de ficción" se trate, pero una vez que meten sus pezuñas en asuntos que requieren un rigor, el mal está hecho: la tergiversación, la manipulación, y lo que podría servir de culturización termina por convertirse en demagogia: La pseudoinformación, de tal forma que el informante, haciendo además uso del tirón que su facilidad con el verbo conlleva se convierte paradójicamente en analfabetizador de digamos que el pueblo.
Al mezclar arte o poesía con información se está fabricando el arma más letal posible contra la cultura, es decir, una bomba de relojería contra la aspiración natural por una sociedad sana.
En el meollo has dado.
Buenos días, Ilkhi.
Un beso.
Sofía, tú también das en el meollo al hacer este análisis. Si lo que se le da bien al señor Vila-Matas es la ficción, en ese caso, le pediría que empezara el artículo así: "En un lugar del Reino Unido, de cuyo nombre no quiero acordarme..."
ResponderEliminarAbrazos entre luces