martes, 23 de enero de 2018

Los prejuicios de Forest devienen en falacia histórica

Acabo de leer la novela Sarinagara (significa "sin embargo" en japonés). Fue escrita por Philippe Forest y publicada por primera vez en Éditions Gallimard, 2004. Obtuvo el Prix Décembre ese mismo año.

La novela se divide en tres partes; la primera está dedicada al poeta japonés Kobayashi Issa (1763-1827); la segunda, al escritor de novelas japones Natsume Sôseki (1867- 1916); y la última, al fotógrafo del ejército japonés Yosuke Yamahata (1917-1966) que fotografió las víctimas y la devastación de Nagasaki el día después del bombardeo atómico el 9 de agosto de 1945.

Es en esta última parte de la novela, la dedicada al fotógrafo japonés Yosuke Yamahata, en la que se pueden ver los prejuicios que el escritor Philippe Forest muestra cuando hace esta comparación fallida entre Francisco de Goya y Yosuke Yamahata, en la que a Goya le presupone una altura moral mayor que la de Yamahata.
"(Yamahata) Vivió el resto de sus años entre su padre, esposa e hijos, y se hizo el próspero director de una de las principales agencias de prensa de Japón. Fue incluso el fotógrafo oficial del emperador Hiroito. ¿Alguien puede imaginarse a Goya haciéndose pintor de la corte de España después de haber retratado los desastres de la guerra? Eso es lo que Yamahata hizo".
Pues sí, monsieur Forest, no sólo podemos imaginarlo, ya que el hecho objetivo fue que Goya tras la restauración absolutista en 1814 se convirtió en el Primer Pintor de Cámara del rey Fernando VII. Respecto a la razón que aduce Forest, según la cual Goya no podría ser pintor de la corte de España "después de haber retratado los desastres de la guerra", no puede estar más alejada de la realidad, ya que Goya terminó de grabar e imprimir en 1815 las 85 planchas de cobre que había empezado en 1810 y que tituló Fatales consecuencias de la sangrienta guerra en España con Bonaparte. Y otros Caprichos enfáticosde las que sólo imprimió dos juegos mientras era el Primer Pintor de Cámara  de Fernando VII, pero no serían publicados hasta 1863 con el título de Los desastres de la guerra. En los Caprichos enfáticos se puede ver la crítica y mordacidad hacia el régimen absolutista.

Todos sabemos las nefastas consecuencias que trae el olvidar la historia, pero manipularla con falacias es infinitamente peor. 


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