6 de diciembre de 2004
Ovidio —hace casi dos mil años— en la fábula de Acteón se refiere a la Naturaleza como imitadora del arte al describir la gruta en la que está Diana:
Vallis erat piceis et acuta densa cupressu,
nomine Gargaphie, succintae sacral Dianae ,
cuius in extremo est antrum nemorale recessu
arte laboratum nulla; simulauerat artem
ingenio natura suo; nam pumice uiuo
et leuibus tofis natiuum duxerat arcum.
William Henry Fox Talbot, cuando se refiere a lo que él denominó "photogenic drawings" en su libro The pencil of Nature, (1844), dice así: "They are impressed by Nature's hand; and what they want as yet of delicacy and finish of execution arises chiefly from our want of sufficient knowledge of her laws".
Oscar Wilde escribió en su ensayo The Decay of Lying, (1889): "Life imitates Art far more than Art imitates Life".
El fotógrafo Peter Henry Emerson, en su libro Naturalistic Photography of Students of the Art (1889), describe de este modo su "naturalistic photography": "True, it may be beautiful reflection, but after all it is Nature's drawing and not the man's". Un año después, en 1890, Emerson publicó un panfleto titulado The Death of Naturalistic Photography, consecuentemente, compró todas las copias que aún quedaban de su libro anterior para destruirlas.
Michel Foucault dejó dicho en su ensayo Les mots et les choses, (1966): "La nature, comme jeu des signes et des ressemblances, se referme sur elle-même selon la figure redoublée du cosmos".
El escultor Txomin Badiola escribe para el catálogo de su exposición en el Aula de Cultura, Bilbao (1981): "El artista se educa estéticamente a través del arte y su visión de la realidad acaba convirtiéndose en realidad estética".
El filósofo Rafael Núñez Florencio declara en la Revista de Occidente de octubre de 2003: "Es el ojo humano el que concede categoría de paisaje a lo que está mirando, y lo hace en virtud de una sensibilidad educada, es decir, de una carga cultural previa, una cierta tradición pictórica por ejemplo".
Hemos pasado de la pasión del sujeto —exacerbada en el pasado— a la pasión del objeto llevada hasta las últimas consecuencias desde finales del siglo XX hasta hoy. La ventaja o desventaja —según como se mire— que tenemos en el presente, es saber que tanto el pensamiento del pasado como el del presente no son soluciones cerradas, sino posibilidades a reformular en un futuro incierto.
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