lunes, 24 de mayo de 2021

El laboratorio de Oteiza convertido en megaesculturas

4 de julio de 2005
En los últimos años de su vida, Jorge Oteiza se convirtió en una especie de terrible vieillard de opereta que lanzaba invectivas contra las instituciones, pero en el fondo transigía con todo lo que anteriormente había sido inflexible. Por ejemplo: él permitió convertir en megaférricas esculturas algunas que habían sido microesculturas de su laboratorio experimental. Oteiza, que otrora había sido el azote de todas las construcciones megalíticas europeas, acabó permitiendo que lo que había pertenecido a su experimental investigación estética deviniera en unas megaférricas esculturas que son percibidas más como "Mickey Mouses" vernáculos que como una investigación estética.

lunes, 17 de mayo de 2021

Near enough is not good enough

Encuentro dioico
© Ilkhi, 2021


sábado, 15 de mayo de 2021

Unintelligible word in Fragments from Work in Progress

Este es un extracto del capítulo titulado Poets Talking to Themselves del libro The Literary Mind: its Place in An Age of Science, 1931, pág. 101, del escritor Max Eastman.

En una entrevista con Max Eastman, James Joyce se refiere a su novela experimental Fragments from Work in Progress que empezó a escribir en 1922, y que en 1939 la publicaría con el título más conocido Finnegans Wake. Algunos de aquellos "fragmentos" fueron publicados en la década de los 20 en la revista literaria transition, editada en París por Eugene Jolas desde 1927 a 1938.

Eugene Jolas escribió esto en el prólogo del número 21 de la revista transition, en 1932.

In the face of materialistic despotism which places the "concept" before the living imagination, and the force of the will [énfasis agregado] before that of life. In the face of a naïve optimism of progress. In the face of machine-mammonism, we feel the necessity of a revolution of the soul.

Eugene Jolas, March, 1932 


jueves, 13 de mayo de 2021

Diario en el Gregorio Marañón

 23 de noviembre de 2020

Lo que veo a través del ventanal de la habitación del hospital Gregorio Marañón no es un hayedo inmerso en la niebla, ni un acantilado en la costa vizcaína con el mar embravecido rompiendo sus olas contra él. Lo que realmente veo es una grúa pluma que se mueve de 8 de la mañana a 6 de la tarde como un cleptocronos que me hurtara el tiempo.

Cómo me gustaría escuchar el estridor metálico de una perdiz alzando el vuelo: composición musical sin partitura que ni el gran Johann Sebastian Bach llegó a superar. También me gustaría haber podido ir a los avellanedos de Somosierra. Ahora la luna está en cuarto creciente, esa fase lunar y ese tiempo en que se puede cortar una excelente vara de avellano, de esas que cuando se secan se asemejan en dureza a un buen hierro forjado, pero mucho más ligera y flexible.

miércoles, 5 de mayo de 2021