domingo, 22 de mayo de 2022

Black smudges on gunpowder cigarettes

→James Joyce, Stephen Dedalus, Joseph Casey & Kevin Egan←
A Lessingesque view in the background

domingo, 15 de mayo de 2022

Epifanías de Joyce y Oteiza en un hoyo de arena

En la autoficción A Portrait of the Artist as a Young Man, James Joyce relata de este modo una experiencia epifánica que tuvo en la playa dublinesa Dollymount Strand a finales del siglo XIX:

There was no human figure near him nor any sound borne to him over the air. But the tide was near the turn and already the day was on the wane. He turned landward and ran towards the shore and, running up the sloping beach, reckless of the sharp shingle, found a sandy nook amid a ring of tufted sand knolls and lay down there that the peace and silence of the evening might still the riot of his blood.

He felt above him the vast indifferent dome and the calm processes of the heavenly bodies: and the earth beneath him, the earth that had borne him, had taken him to her breast.

En el libro OTEIZA. Su vida, su obra, su pensamiento, su palabra, Jorge Oteiza le cuenta a Miguel Pelay Orozco esta experiencia epifánica que tuvo en la playa de Orio a principios del siglo XX:

En la playa de Orio buscaba los grandes cráteres que dejaban los carros que llevaban la arena. Mi felicidad era ocultarme en el fondo de ellos, me sentía aislado, protegido y miraba al cielo. En el alto de Zarauz, una cantera de arenisca, yo elegía unos pequeños bloques y los perforaba. Mi descanso, mi seguridad, era mirar por el agujero y localizar un pequeño mundo para mí, una rama, un pájaro, mi hermano, nunca mi abuelo. No he querido a este abuelo mío de Orio. [...] Ah, y la ría de Orio, adoro la ría de Orio, era como si fuera mi madre, solía esperar con ilusión a que subiera, y cuando bajaba, cuando se iba me producía tristeza. Estos sentimientos de protección, esta especie de aliados que me imaginaba o de operaciones que me fabricaban defensas, seguridad, me las he explicado luego íntimamente relacionadas con mi forma de pensar y de comportarme en mis experiencias de escultor.

viernes, 13 de mayo de 2022

La necrolatría de la mal llamada contemporaneidad

Exposición en el MoMA del 10 de mayo al 30 de septiembre de 1939

El tipo de letra que pusieron en el cartel del MoMA, en la exposición de su 10.º aniversario en 1939, fue el tipo de letra FUTURA que había sido diseñado por el tipógrafo alemán Paul Renner en 1924 y publicado por la Fundición Tipográfica Bauer en 1927, sin embargo, este tipo de letra tiene más de PRETÉRITA que de FUTURA.

No existe el «arte en nuestro tiempo». Desde el mismo momento en que un/a pintor/a da su última pincelada, o un/a  escritor/a escribe la última línea de su libro, la obra ya ha fenecido, ya no está en nuestro tiempo. Pocas cosas hay más pretéritas que las obras de arte consideradas contemporáneas. Tanto es así que los museos de arte moderno de todo el mundo se han transformado en museos arqueológicos en los que la mayoría de sus visitantes han aceptado que la modernidad es algo que ya está hecho y que solo les queda practicar esa necrolatría artística. Como dijo Oscar Wilde: «Nothing is so dangerous as being too modern; one is apt to grow old fashioned quite suddenly». Ya nadie ve las obras de los/las artistas de ahora como una novedad, sino como una mixtura hecha con los pecios que las vanguardias históricas dejaron tras su naufragio.