La vida es un cachalote blanco...
© Ilkhi, 2012
Llamadme Ilkhi. Era el mes de octubre de 1972. Aquella tarde traté de asir algún resto flotante que me permitiera seguir viendo la línea del horizonte. Miré al interior del escaparate de una librería en la Plaza Nueva de Bilbao. Allí estaba (en aquella portada del libro Moby Dick) el arponero en la proa de la ballenera dispuesto a lanzar su arpón. Pocas veces en mi vida me ha impresionado tanto una imagen. Entré y compré aquel libro (el primero de mi biblioteca). Ni la mismísima joyería Tiffany's me habría podido ofrecer una joya mejor. Quien se haya zambullido en las procelosas páginas/océanos de este libro, sabe de lo que hablo. Unos años después añadí el color de la sangre del cachalote unida al arponero, y posteriormente diseñé ese marcapáginas con el nombre de la villa en que nací (en la foto aparece sobre el libro). Utilicé el código internacional de señales marítimas.
Tal y como Herman Melville escribió en las últimas líneas del epílogo de Moby Dick - Till, gaining that vital centre, the black bubble upward burst; and now, liberated by reason of its cunning spring, and, owing to its great bouyancy, rising with great force, the coffin life-buoy shot lengthwise from the sea, fell over, and floated by my side. - hoy en día sigo intentando apre(he)nder aquello que me permita seguir viendo la línea del horizonte, pues pienso que el arte, al igual que el ataúd-salvavidas del arponero Queequeg, se resiste a ser enterrado/enaguado, y vagará ineluctablemente entre el cielo y la tierra/agua mientras quede algún cerebro dispuesto a asirse a él y CREAR.
Después de todo, la VIDA, con su cable mágico que se hunde en la mar, es un cachalote blanco que no se deja cazar fácilmente.
© Ilkhi, 26 de octubre de 2012
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