miércoles, 30 de septiembre de 2020

Una diacronopsia de Les Demoiselles d'Avignon


El espectro de Lautréamont sobre el burdel [filosófico] de Avignon
 © Ilkhi, 2014

El cuadro Les Demoiselles d'Avignon que Pablo Picasso pintó en 1907 ha pasado por una serie de circunstancias muy peculiares a través del tiempo. Los primeros años permaneció inédito: pasaron nueve años desde que Picasso le dio la última pincelada hasta que, por primera vez, apareció en la exposición L'Art Moderne en France durante la segunda quincena de julio de 1916; André Salmon organizó aquella exposición a la que él llamó "Salon d'Antin". Les Demoiselles d'Avignon pasó por el "Salon d'Antin" sin pena ni gloria, ya que el cubismo tenía mala prensa: en plena Primera Guerra Mundial los franceses tildaban al cubismo de "boche", mientras otros consideraban que lo que fue novedoso en un principio, había dejado de serlo para convertirse en meramente decorativo.

Veamos cómo reaccionó uno de los primeros que vio e interpretó, en 1907, Les Demoiselles d'Avignon, en el estudio de Picasso que estaba en el Nº 13 de la calle Ravignan. En el libro Historie Anecdotique du Cubisme, publicado en 1912, el poeta André Salmon relató sus primeras impresiones.
Cette toile n'a jamais été présentée au public. Elle comporte six grands nus féminins; leur dessin est d'un rude accent. Pour la première fois, chez Picasso, l'expression des visages n'est ni tragique ni passionnée. Il s'agit de masques à peu près délivré  de toute humanité. Pourtant, ces personnages ne sont pas des dieux, non plus des Titans ou des héros; pas même des figures allégoriques ou symboliques. Ce sont des problèmes nus, des chiffres blancs au tableau noir. C'est le principe posé de la peinture-équation. La nouvelle toile de Picasso fut spontanément baptisée par un ami de l'artiste "Le bordel philosophique". Ce fut là, je crois, la dernière farce d'atelier dont devait s'égayer le monde de jeunes peintres novateurs. La peinture, désormais, devenait une science et non des moins austères.

En el pasaje anterior, André Salmon nos cuenta cómo "La nouvelle toile de Picasso fut spontanément baptisée par un ami de l'artiste "Le bordel philosophique". Lo que no cuenta es que fue él quien le dio el tituló con el que fue y es conocido: Les Demoiselles d'Avignon. En 1933, en una conversación que tuvo Picasso con el marchante de arte Daniel-Henry Kahnweiler, Picasso le dijo a Kahnweiler: "Les Demoiselles d'Avignon ¡cómo me irrita ese título! Salmon lo inventó. Usted sabe muy bien que el título original desde el principio había sido El burdel de Avignon".


Portada del Nº 4 de LA RÉVOLUTION SURRÉALISTE, julio de 1925. A la derecha está la página en la que apareció por primera vez la fotografía de Les Demoiselles d'Avignon.

Les Demoiselles d'Avignon en 1924 —ocho años después de haber sido expuesto en el "Salon d'Antin"— fue comprado por el mecenas Jacques Doucet, tras seguir el consejo de André Breton. Sin embargo, la primera reproducción fotográfica del cuadro no fue publicada hasta 1925, en el Nº 4 de la revista La Révolution Surréaliste. Dos años antes, en 1923, André Breton había preparado el camino del éxito para la que iba a ser una de las pinturas más conocidas del siglo XX. En una carta dirigida a Jacques Doucet, Breton hacía un panegírico de esta pintura.
Une seule certitude: Les demoiselles d'Avignon parce que'on y entre de plain-pied dans le laboratoire de Picasso et parce que c'est le noeud du drame, le centre de tous les conflits qu'a fait naître Picasso et que s'eterniseront, je crois bien. C'est là une oeuvre qui dépasse pour moi singulierement la peinture, c'est la théâtre de tout ce qui se passe depuis cinquante ans, c'est le mur devant lequel sont passés Rimbaud, Lautréamont, Jarry, Apollinaire, et tout ceux que nous aimons encore.
(la tipografía en negrita es mía)

En 1937, tras pasar por la Exposition Internationale des arts et techniques de Paris, Les Demoiselles d'Avignon fue comprado a la viuda de Doucet por la galería parisina Jacques Seligmann que enseguida lo exportó a la galería neoyorquina Jacques Seligmann & Company. En noviembre de 1937, Alfred H. Barr (director del MoMA desde 1929 a 1943) vio Les Demoiselles d'Avignon en una exposición titulada Twenty Years in the Evolution of Picasso, (habían pasado treinta años desde que Picasso había pintado aquel cuadro). Alfred H. Barr trató de persuadir a los fideicomisarios del MoMA para que compraran Les Demoiselles d'Avignon, y lo consiguió. La compra del cuadro por el MoMA fue realizada aquel mismo año. Y no fue hasta mayo de 1939 cuando se expuso por primera vez en el MoMA, en la exposición titulada: Art in our Time.


En el centro de esta fotografía, tomada el 8 de mayo de 1939, se puede ver al presidente del MoMA, Nelson Rockefeller, presentando muy ufano con su dedo índice El burdel de Avignon.

Cuando André Breton en 1923 hizo aquella apología de Les Demoiselles d'Avignon, estaba sentando las bases de toda la doxografía que se ha construido después. De hecho, sacralizó Les Demoiselles d'Avignon, y lo hizo, literalmente, en diciembre de 1923, al referirse al burdel [filosófico] de Avignon en estos términos: "Por moi, c'est un symbole pur, une image sacrée".

Hoy en día las vanguardias ¿históricas? se conservan en el Área de Estética de las universidades con un método similar al del embalsamamiento de Thiel: se trata de que el cadáver de las vanguardias mantenga la flexibilidad y apariencia de un cuerpo vivo. Como resultado, "aquellas" vanguardias (pues las actuales están desaparecidas sin haber combatido) permanecen enfangadas entre toneladas de dogmática doxografía que imparten los profesores como si fuera la palabra de Dios.
 

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