5 de agosto de 2003
La nueva tradición siempre enmienda la plana a la antigua tradición. Se trata de un agonismo inextinguible que se produce desde hace siglos. De hecho, el euskera actual conserva más neologismos de Sabino Arana (finales del siglo XIX) que de Manuel Larramendi (principios del siglo XVIII). En los años 70 del siglo XX muchos de los neologismos en euskera que habían proliferado desde finales del siglo XIX hasta principios del XX fueron considerados "incorrectos" y al mismo tiempo algunos de ellos, a pesar de su "incorreción", fueron aceptados por Euskaltzaindia. V. gr.: aberri (patria) y todos sus derivados. Mientras la Real Academia de la Lengua Vasca tomaba aquellas decisiones se seguían creando nuevos neologismos que el zeitgeist de entonces demandaba. En esta esquizodoxia se han movido tanto Euskaltzaindia como los euskaldunes.
Esa idea tan extendida de que en la tradición y en la convención de un hábito colectivo está la esencia de una etnia es totalmente errónea. La tradición no es sino un consenso mantenido y malentendido durante un tiempo determinado, de ninguna manera es una "verdad correcta" e imperecedera.
El pasado no se conserva ni manteniendo la tradición ni rescatándola de un pasado ajeno a nuestra cultura actual. Tampoco inventando una nueva tradición se puede aspirar a conservarla in aeternum. Si ahora se descubriera una "piedra de Rosetta" que les permitiera a los toscanos entender completamente el etrusco, aunque toda la población de la Toscana aprendiera la lengua etrusca no "recuperaría" nada del pasado, ya que nada que haya estado en el pasado es recuperable, sólo es un espejismo vulnerable como el talón de Aquiles que asoma por encima del agua de la laguna Estigia.
Esa idea tan extendida de que en la tradición y en la convención de un hábito colectivo está la esencia de una etnia es totalmente errónea. La tradición no es sino un consenso mantenido y malentendido durante un tiempo determinado, de ninguna manera es una "verdad correcta" e imperecedera.
El pasado no se conserva ni manteniendo la tradición ni rescatándola de un pasado ajeno a nuestra cultura actual. Tampoco inventando una nueva tradición se puede aspirar a conservarla in aeternum. Si ahora se descubriera una "piedra de Rosetta" que les permitiera a los toscanos entender completamente el etrusco, aunque toda la población de la Toscana aprendiera la lengua etrusca no "recuperaría" nada del pasado, ya que nada que haya estado en el pasado es recuperable, sólo es un espejismo vulnerable como el talón de Aquiles que asoma por encima del agua de la laguna Estigia.
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