En Oxford Dictionaries han decidido que la palabra del año 2016 ha sido post-truth (posverdad). El editor de Oxford Dictionaries ha declarado que esta palabra ya no se utiliza con el significado primigenio "después que la verdad fue conocida", pues con la expansión semántica de esta palabra en los últimos años ya no se refiere a un tiempo después de un hecho específico como en post-war (posguerra), sino que ahora en esta palabra el concepto específico de "verdad" se ha vuelto irrelevante.
Esto me hace recordar la obra de teatro, del dramaturgo inglés Alan Bennett, titulada The History Boys (Los chicos de la asignatura de Historia) estrenada en Londres en 2004. Ocho muchachos de enseñanza secundaria, en un colegio del norte de Londres, están siendo preparados por unos profesores para que puedan acceder a Oxforbridge (el nombre con el que se conocen conjuntamente las universidades de Oxford y Cambridge). En una escena de la obra, cuando el profesor Irwin está preparando a estos chicos para los exámenes de entrada a la universidad, les "enseña" cómo deben hacer sus exámenes, si quieren pasarlos con "verdadera" brillantez: "History nowadays is not a matter of conviction. It's a performance. It's entertainment. And it isn't, make it so. (...) truth is not more at issue in a examination than thirst at a wine-tasting or fashion at a strip-tease". (La historia hoy en día no es un asunto de creencia. Es una representación. Es divertimento. Y si no lo es, haced que así sea. (...) La verdad (histórica) es tan irrelevante en un examen como la sed en una cata de vinos o la moda en un estriptis).
La verdad, una vez aniquilada en los medios de información o en las redes sociales, me da igual que la llamen: posverdad, transverdad, retroverdad o neoverdad, pues lo que a mí me preocupa es la gran mentira que se oculta tras esta nomenclatura eufemística.
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