Bancal de cebollas en el huerto LA CUÑA VERDE
© Ilkhi, 2021
En 1932, la tipógrafa estadounidense Beatrice Warde escribió un ensayo titulado: La copa de cristal (los caracteres de imprenta deben ser invisibles). Warde, en este ensayo, venía a decir que un texto es como un buen vino, y que la tipografía no es más que un mero recipiente que debe pasar inadvertido, "ser invisible".
Esta metáfora resulta atractiva, pero es una falacia, pues cualquier texto (su contenido semántico) de por sí es invisible, y solo se hace visible gracias a la tipografía. Por lo tanto, nunca puede haber una tipografía que sea invisible. Ya que si un tipo de letra no es identificado por la mayoría de los/as lectores/as, no significa que sea "invisible", sino que esos/as lectores/as son ignorantes por su desconocimiento de los órdenes estilísticos de la tipografía.
El campo de la tipografía es tan diverso como el de la botánica, por consiguiente, he hecho visible con estas tipografías las diversas plantas y árboles que hay en el huerto LA CUÑA VERDE. Ya lo dijo el tipógrafo británico Eric Gill: "Letters are things, not pictures of things". Y como tales "cosas" yo las trato, dándoles diversas formas, pues del formalismo no podemos escapar.
La tipografía llamada "vasca", en su origen, no fue diseñada por tipógrafos, sino por canteros que tallaban las letras en piedra o madera. Aquellos tallistas descubrieron que al perfilar el contorno de una letra con el cincel o la gubia, estaban trazando un perfil paralelo que servía para la letra siguiente. También descubrieron la versatilidad de los caracteres tipográficos, ya que pueden ser dibujados por yuxtaposición, concentración, ligadura y por agrupamiento de distintos tamaños de letra, es decir, descubrieron una manera infinita de diseñar tipografías.
El tipógrafo británico Stanley Morison, en 1930, ya había sembrado la semilla anestética con respecto a la tipografía en su libro First Principles of Typography, cuando escribió: "Typography is the efficient means to an essentially utilitarian and only accidentally aesthetic end, for enjoyment of patterns is rarely the reader's chief aim".
Precisamente, el virus "utilitarian" es demoledor y deja a la estética totalmente asolada en el campo de la tipografía.
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