10 de noviembre de 2002
Es como si algunos/as artistas se dispusieran a pintar una versión de Las meninas de Velázquez con los excrementos de un perro mastín, y el Guernica de Picasso con sangre de toro y caballo, para de ese modo parecer más transgresores/as, es decir, estar en el cutting edge más afilado de una pos-pos-posera, en la que el prefijo "post" ya no significa nada, aunque se repita cientos de veces. Hay otros/as que diluyen sus ideas en una programación algorítmica o en ADN, como si ver el mundo de un manera diferente consistiera en reproducirlo utilizando todos los códigos algorítmicos y biológicos conocidos hasta ahora.
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