En el libro L'art préroman hispanique (1973-1977), el historiador medievalista Jacques Fontaine dijo que Juan y Vimara se anticiparon un milenio con sus dibujos y pinturas a las pinturas cubistas de Picasso. Cuando Fontaine se refiere a este códice miniado del año 920, conocido como la biblia de Juan y Vimara por ser estos sus artífices, exclama alborozado:
"Quelle audace moderne dans tous les tracés!"
¿Audacia moderna en aquellos ilustradores amanuenses? El hecho de que dibujaran de aquella manera en el siglo X no los convertía en audaces pintores "modernos" adelantados a su tiempo, tampoco convierte a los pintores de principios del siglo XX en emuladores de aquellos que les precedieron, pues ni los primeros pretendieron romper la bidimensionalidad en múltiples facetas, ni los segundos tuvieron la más mínima intención de ilustrar unos textos sagrados con un total desconocimiento del canon de las proporciones.
Hacer analogías entre hechos tan heterogéneos es tan absurdo como si un historiador del barroco dijera que Velázquez, en 1617, miró su orinal de loza con la misma intención con la que Marcel Duchamp, en 1917, convirtió aquel mingitorio en la obra de arte "La fuente", y por consiguiente, Velázquez se habría adelantado 300 años a los "ready-made" del siglo XX.
El comparatismo artístico aplicado a obras de arte tan distantes en el tiempo es insostenible, pues hay que tener en cuenta el desfase cronológico entre las obras de arte que se comparan.
"Quelle audace moderne dans tous les tracés!"
¿Audacia moderna en aquellos ilustradores amanuenses? El hecho de que dibujaran de aquella manera en el siglo X no los convertía en audaces pintores "modernos" adelantados a su tiempo, tampoco convierte a los pintores de principios del siglo XX en emuladores de aquellos que les precedieron, pues ni los primeros pretendieron romper la bidimensionalidad en múltiples facetas, ni los segundos tuvieron la más mínima intención de ilustrar unos textos sagrados con un total desconocimiento del canon de las proporciones.
Hacer analogías entre hechos tan heterogéneos es tan absurdo como si un historiador del barroco dijera que Velázquez, en 1617, miró su orinal de loza con la misma intención con la que Marcel Duchamp, en 1917, convirtió aquel mingitorio en la obra de arte "La fuente", y por consiguiente, Velázquez se habría adelantado 300 años a los "ready-made" del siglo XX.
El comparatismo artístico aplicado a obras de arte tan distantes en el tiempo es insostenible, pues hay que tener en cuenta el desfase cronológico entre las obras de arte que se comparan.
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