lunes, 3 de agosto de 2015

Un paseo por el infierno en la Toscana del siglo XIV

Dibujos de mi cuaderno de viaje en Italia
© Ilkhi, 2000


Hacía un calor insoportable en las calles de Pisa, por lo tanto, al mediodía he vuelto a la pensión Serena para echar una siesta, está junto a una torre medieval llamada Il Campano. Por la tarde he venido al Prato dei Miracoli, donde están la torre inclinada, la catedral, el baptisterio y el camposanto. Aquí la emoción hace que los sentidos se tambaleen como en un terremoto hiperestésico. Es como si cada piedra de estos monumentos me hablara en una lengua desaparecida. Mientras escribo estas líneas, estoy sentado sobre una losa de mármol blanco en el exterior del camposanto desde donde tengo una vista preciosa del Prato dei Miracoli, la losa ha recogido el calor que el sol ha proyectado sobre ella durante el día; a esta hora del crepúsculo, cuando el mármol níveo de San Giuliano se tiñe de púrpura, puedo sentir sobre ella el Calor/vida de un tiempo pasado. Hace tan solo unos minutos he visto los frescos que Buonamico Buffalmacco pintó en este camposanto en el siglo XIV, El Triunfo de la Muerte. He realizado unos esbozos a lápiz de la representación zoomórfica y antropomórfica que hizo del maligno en la escena que dedicó al infierno. También he hecho unos esbozos de unas montañas y un árbol que Piero di Puccio pintó en el siglo XIV. Debajo de una de las montañas he escrito "El azul no existe, pero sí está": un razonamiento ontológico sobre aquello que no existe, pero sí permanece en el tiempo; pues estas pinturas, en las que predominan los colores terrosos: amarillos, sienas, ocres, rojos... (sus colores azules1 se han desvaído por la acción de la humedad, la luz y el tiempo) me transmitían un azul que no veía, pero sí sentía.

Unos días después, tomé un apunte de una pintura en la Capilla de los Españoles de Santa Maria Novella en Florencia, en este fresco que Andrea Bonaiuti pintó entre 1366 y 1367 en el que aparece El Infierno, se puede ver al diablo tal y como lo imaginaban en el trecento. Un mes más tarde, en la Biblioteca Nacional Central de Florencia pude ver en una edición del siglo XVI de La Divina Comedia de Dante un grabado titulado "Spaccato dell' Inferno", allí se cerró el círculo2 de aquella forma de ver y sentir el infierno en el trecento italiano.

1 El color azul utilizado en estos frescos es el pigmento de azurita que se convierte en verde y se oscurece en presencia de humedad. En los frescos en los que se utilizó pigmento de lapislázuli el color azul es inalterable, como los azules que utilizó Giotto en la capilla Scrovegni de Padua.

2 Sobre el círculo subterráneo del infierno se puede ver la Pietra di Bismantova como una pirámide escalonada en la que se inspiró Dante para representar el Purgatorio.

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