Aquel mes de octubre de 1998 descubrí que la línea de mi vida había alcanzado el punto anaclástico donde refractarse indefinidamente. Fue al leer este párrafo (véase en la foto) en el libro: Fonética Histórica Vasca de Luis Michelena. Pensé que aquella era mi segunda partida de nacimiento, allí estaba el que iba a ser mi nombre, Ilkhi.
Michelena había constatado que la palabra ilkhi (salir), (escrita sólo una vez con esta grafía por Axular en su única obra: Gero, 1643) era una excepción, pues en el resto de ocasiones cuando utiliza este verbo lo hace con una grafía diferente: iltqui, que denota la presencia de una oclusiva no aspirada. La frase donde está ilkhi era toda una declaración de principios para alguien como yo, que quería/quiero que el mundo fuera/sea una hoguera inextinguible.